atrás Pablo Guerrero 
- 1969
1970
1971
A Cántaros 
 
Mi novia de mañana
va a vendimiar.
Con el sol en la cara
que guapa está.
Con el sol en la cara
está muy guapa
mi novia en la vendimia
por las mañanas.

Yo estoy contigo
entre el sol y los vientos
y los racimos.

Las ricas en el pueblo
bordan su ajuar
en espera de un novio
que no vendrá.
Tú vente al campo
a vendimiar.
De amapolas y espigas
te haré un collar.

Vente conmigo.
Te espero entre los vientos
y los racimos.
[...]

[Amapolas y espigas] 
 
arriba

Tú y yo muchacha estamos hechos de nubes
pero ¿quién nos ata?
Dame la mano y vamos a sentarnos
bajo cualquier estatua
que es tiempo de vivir y de soñar y de creer
que tiene que llover
a cántaros.
Estamos amasados con libertad, muchacha,
pero ¿quién nos ata?
Ten tu barro dispuesto, elegido tu sitio
preparada tu marcha.
Hay que doler de la vida hasta creer
que tiene que llover
a cántaros.
Ellos seguirán dormidos
en sus cuentas corrientes de seguridad.
Planearán vender la vida y la muerte y la paz.
¿Le pongo diez metros, en cómodos plazos, de felicidad?
Pero tú y yo sabemos que hay señales que anuncian
que la siesta se acaba
y que una lluvia fuerte sin bioenzimas, claro,
limpiará nuestra casa.
Hay que doler de la vida hasta creer
que tiene que llover
a cántaros.

[A cántaros] 

arriba
Qué de temblor de peces
hay en tus ojos
cuando penetro en ti
-buscándote, buscándote-
granizada de luz
en mi noche de agosto.

Qué temblor de manantiales
hay en tu boca
cuando bebo de ti
un buen sorbo de besos.
Qué de temblor de risa
hay en tus manos
cuando vienen a mí
- buscándome, buscándome-
para exigir al mundo
nuestra ración de dicha.

Qué de temblor de vida
hay en nosotros
cuando nos descubrimos
buscándonos, buscándonos
hasta sentirnos uno,
nuestros, resucitados.

[Buscándonos]

arriba
Hoy que te amo, mujer, amiga y compañera,
vamos a creer que nuestras manos crecen,
que tenemos mil dedos o diez mil, y que todos
son como antorchas que a la noche amanecen.
Hoy que te amo, voy a incendiar el aire
con la risa y el beso de tu voz y la mía.
Voy a aventurar lo que de bueno tenga
con tu contacto de piel amanecida.
Hoy que te amo, dejaré de ser
la libertad una palabra escrita en la pared.
Hoy que te amo, al mundo, tú y nosotros
baila en corro una danza solidaria
y se buscan las manos y nuestro amor de golpe
como una lluvia fértil se derrama.
Estaba yo, ¿te acuerdas?, cantándote estas cosas
junto a la puerta del Museo del Prado.
Un hombre se acercaba, muy amable nos dijo:
"Está prohibido que estén aquí sentados."
Hoy que te amo, dejará de ser
la libertad una palabra escrita en la pared...

[Hoy que te amo]
arriba
Pepe Rodríguez, el de la barba en flor.
cuando cae la tarde coge el metro hasta Sol,
sube las escaleras silbando una canción,
mirada en ristre, llega a la Plaza Mayor.
Pepe Rodríguez, el de la barba en flor,
es celta y árabe, ibero y español,
romántico y torero, guitarrero y cantor,
de mujeres y vinos muy buen catador.
Pepe Rodríguez, el de la barba en flor,
del "American Pie" es gran degustador
Arco de Cuchilleros baja con tal primor
que extranjeras y "guiris" le demandan amor.
Pepe Rodríguez, el de la barba en flor,
sabe inglés que aprendió de noche en un mesón.
Llega pues y sonríe, un vino y ya ligó
!Oh! mío Pepe, el de la barba en flor
Les habla de Unamuno, de Goya y de Colón,
de Segovia y Toledo, de playas y de sol
y de Pablo Guerrero, por aquello del folk.
Bueno esto último me lo he inventado yo.
Pepe Rodríguez, el de la barba en flor,
lleva a sus "guiris" a un piso coquetón,
y después de unas copas lo que allí sucedió
ni lo cuentas las crónicas, ni lo contaré yo.
Pepe Rodríguez, el de la barba en flor,
se porta como lo que es, un legítimo español,
y les regala un sombrero cordobés, cómo no,
y unas cuantas postales de Madrid con amor.
!Oh! mío Pepe, el de la barba en flor,
tus amigos te envidian por tu liberación,
vives como en Europa y salvas la tradición:
que los siglos te canten, como te canto yo.

[Pepe Rodríguez, el de la barba en flor]
arriba

Para huir de la muerte
nos amaremos todos, enteros.
Para huir de la muerte
nos amaremos
sin horario y sin ley, sencillamente
para huir de la muerte.

Para huir de la muerte
diré que tus ojos son palomas de Picasso
y que bajo tu piel de leche ávida y firme
viven en hermandad veinte poemas de amor.

Para huir de la muerte
tú me darás las fresas mejores de tu huerto
yo te daré mi vino más peleón, más duro, más añejo.

Para huir de la muerte
pienso resucitar el conjuro dormido de tus pechos,
pienso ahondar tus raíces, bucear hasta el centro.

Para huir de la muerte,
diré que es estupendo sentirte tan cercana
y que ni en tí, ni en mí, ni en vosotros ni en ellos
hay sumergida una ciudad donde luchan
la muerte, y el amor, el amor y la muerte,
la muerte, y el amor, el amor y la muerte.

[Para huir de la muerte]
arriba

Vio secarse el sudor de sus sábanas
y apagarse poco a poco su candil.
Planeó una huida despacio, lentamente
para una noche, por ejemplo en abril.

Ahorcaría su corbata y dejaría colgado
su horario en la pared.
Y esa tela de araña que se metió en su frente
le dejaría, posiblemente, de doler.

Tenía ganas de luchar... yo que sé,
de hacerse una remuda en el alma cualquier sábado
y emprender una vida tan bella como cien
televisores apagados.

Ella tenía un libro abierto entre las manos
y la mirada prendida entre dos páginas.
El reloj daba la hora por costumbre
y no pasaba nada, nunca nada.

"Ya sé, mujer, nos preocupan los niños
el colegio, los plazos, la casa en el campo"
y se hundía en el sillón, sintiéndose vencido
como letras de cambio.

[Planeó]
 
 
Acción 1969-1972 

Amapolas y espigas
Carro y camino
Por una calle de Cáceres
Son hombres que se mueren sin haber visto el mar
Junto al Guadiana
Al pasar po´l arroyo
Y los demás se fueron
Pequeño propietario
A Cántaros
Buscándonos
Hoy que te amo
Pepe Rodriguez, el de la barba en flor
Para huir de la muerte
Planeó
Apuntes para una biografía
Cantiga apócrifa
Yo no sé lo que eras
Me encontrarás