atrás Pablo Guerrero  
- Pablo Guerrero en el Olympia

 
 
Nada es fácil y tampoco la vida
son tan duras las horas, tan largas las esperas
que andas así, bailando
como un pez en la mano o un papel en el fuego.

Que este tiempo sólo y sólo de nieblas
nunca consiga paralizar tus pasos
y andes así encerrado
como el mar en las conchas o el grito en las
campanas.

Busca la gente de mañana
la que tiene en sus manos las olas de la vida.
[Busca la gente de mañana]

arriba
Hoy que te amo, mujer, amiga y compañera,
vamos a creer que nuestras manos crecen,
que tenemos mil dedos o diez mil, y que todos
son como antorchas que a la noche amanecen.
Hoy que te amo, voy a incendiar el aire
con la risa y el beso de tu voz y la mía.
Voy a aventurar lo que de bueno tenga
con tu contacto de piel amanecida.
Hoy que te amo, dejaré de ser
la libertad una palabra escrita en la pared.
Hoy que te amo, al mundo, tú y nosotros
baila en corro una danza solidaria
y se buscan las manos y nuestro amor de golpe
como una lluvia fértil se derrama.
Estaba yo, ¿te acuerdas?, cantándote estas cosas
junto a la puerta del Museo del Prado.
Un hombre se acercaba, muy amable nos dijo:
"Está prohibido que estén aquí sentados."
Hoy que te amo, dejará de ser
la libertad una palabra escrita en la pared...

[Hoy que te amo]
arriba
Qué de temblor de peces
hay en tus ojos
cuando penetro en ti
-buscándote, buscándote-
granizada de luz
en mi noche de agosto.

Qué temblor de manantiales
hay en tu boca
cuando bebo de ti
un buen sorbo de besos.
Qué de temblor de risa
hay en tus manos
cuando vienen a mí
- buscándome, buscándome-
para exigir al mundo
nuestra ración de dicha.

Qué de temblor de vida
hay en nosotros
cuando nos descubrimos
buscándonos, buscándonos
hasta sentirnos uno,
nuestros, resucitados.

[Buscándonos]

arriba
Ella iba impecable, elegantísima,
con un temblor de ilusión en la sonrisa
que otorga a las amigas como un regalo caro.
Ella iba radiante, radiantísima,
aunque a veces le nazca ambarina y purísima
una furtiva lágrima de cristal veneciano.
El iba luciendo su viril elegancia
su bigotito gris, su educación en Francia
y la fábrica azul de su suegro en Manresa.
El iba orgulloso de su aristocracia
que le ha permitido, y no es una desgracia,
amarrarse al duro banco de una galera burguesa.
Y comienza la boda y de repente estalla
un ligero aleteo de sonrisas, medallas,
tules, lazos, satenes y condecoraciones.
Y alguna tosecilla provoca una mirada
sobre alguna señora que enseguida indignada
abanica elegante las malas intenciones.
La catedral es un barco que navega despacio
sobre un mar de rosas de terciopelo lacio
y atraca en el escote de una joven doncella.
Y en el altar barroco sueñan los serafines
fuentes de porcelana con luces y delfines
y paseos dorados en las noches de estrellas.
Y qué bien habla el abate y la novia era estrecha
y ahora está muy gordita y la leve sospecha
como un licor suavísimo les llena de contento.
Y ya la ceremonia como chicle se estira,
como un chicle de música mientras que gira y gira
la noria hueca de los pensamientos.
Y el padre de la novia está feliz y piensa
lo elegante que hará un escudo a su empresa
y la madre a su lado de vez en cuando llora.
Y un caballero enjusto de cultura esmerada
deposita un pañuelo en la mano enguatada
diciendo: "España y yo somos así, señora."
[Ecos de sociedad]
arriba

Vio secarse el sudor de sus sábanas
y apagarse poco a poco su candil.
Planeó una huida despacio, lentamente
para una noche, por ejemplo en abril.

Ahorcaría su corbata y dejaría colgado
su horario en la pared.
Y esa tela de araña que se metió en su frente
le dejaría, posiblemente, de doler.

Tenía ganas de luchar... yo que sé,
de hacerse una remuda en el alma cualquier sábado
y emprender una vida tan bella como cien
televisores apagados.

Ella tenía un libro abierto entre las manos
y la mirada prendida entre dos páginas.
El reloj daba la hora por costumbre
y no pasaba nada, nunca nada.

"Ya sé, mujer, nos preocupan los niños
el colegio, los plazos, la casa en el campo"
y se hundía en el sillón, sintiéndose vencido
como letras de cambio.

[Planeó]
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Extremadura,
campo de toros heridos
que no braman.
¿ Ocultarán el gemido
de su garganta?
Extremadura,
hombres que rezan a Dios
para que llueva.
pero ¿quién les asegura
la cosecha?
Extremadura,
soledad llena de encinas
sobre campos con veredas,
¿por qué se fueron los hombres
de sus tierras?
Extremadura,
tierra de conquistadores
que apenas te dieron nada.
Ay, mi Extremadura
amarga
Ay, mi Extremadura
levántate y anda.
[Extremadura]
arriba

Para huir de la muerte
nos amaremos todos, enteros.
Para huir de la muerte
nos amaremos
sin horario y sin ley, sencillamente
para huir de la muerte.

Para huir de la muerte
diré que tus ojos son palomas de Picasso
y que bajo tu piel de leche ávida y firme
viven en hermandad veinte poemas de amor.

Para huir de la muerte
tú me darás las fresas mejores de tu huerto
yo te daré mi vino más peleón, más duro, más añejo.

Para huir de la muerte
pienso resucitar el conjuro dormido de tus pechos,
pienso ahondar tus raíces, bucear hasta el centro.

Para huir de la muerte,
diré que es estupendo sentirte tan cercana
y que ni en tí, ni en mí, ni en vosotros ni en ellos
hay sumergida una ciudad donde luchan
la muerte, y el amor, el amor y la muerte,
la muerte, y el amor, el amor y la muerte.

[Para huir de la muerte]

arriba
Pepe Rodríguez, el de la barba en flor.
cuando cae la tarde coge el metro hasta Sol,
sube las escaleras silbando una canción,
mirada en ristre, llega a la Plaza Mayor.
Pepe Rodríguez, el de la barba en flor,
es celta y árabe, ibero y español,
romántico y torero, guitarrero y cantor,
de mujeres y vinos muy buen catador.
Pepe Rodríguez, el de la barba en flor,
del "American Pie" es gran degustador
Arco de Cuchilleros baja con tal primor
que extranjeras y "guiris" le demandan amor.
Pepe Rodríguez, el de la barba en flor,
sabe inglés que aprendió de noche en un mesón.
Llega pues y sonríe, un vino y ya ligó
!Oh! mío Pepe, el de la barba en flor
Les habla de Unamuno, de Goya y de Colón,
de Segovia y Toledo, de playas y de sol
y de Pablo Guerrero, por aquello del folk.
Bueno esto último me lo he inventado yo.
Pepe Rodríguez, el de la barba en flor,
lleva a sus "guiris" a un piso coquetón,
y después de unas copas lo que allí sucedió
ni lo cuentas las crónicas, ni lo contaré yo.
Pepe Rodríguez, el de la barba en flor,
se porta como lo que es, un legítimo español,
y les regala un sombrero cordobés, cómo no,
y unas cuantas postales de Madrid con amor.
!Oh! mío Pepe, el de la barba en flor,
tus amigos te envidian por tu liberación,
vives como en Europa y salvas la tradición:
que los siglos te canten, como te canto yo.

[Pepe Rodríguez, el de la barba en flor]
arriba

Ya viene la galbana
por aquel cerro
venga o no venga
yo ya la tengo.
Una viuda va a misa
y va diciendo:
¿Quién me compra esta viña
que ha muerto el dueño?
Ventanas a la calle
son peligrosas
pa los padres que tienen
niñas hermosas.
El ermitaño un buen día
por beber agua enfermó
y la Virgen le decía:
"Bebe vino y agua no"
Por la sierra de Lares
vienen bajando
veinticuatro mil frailes
tras un pan blanco.

[Cantares de trilla]

arriba
Un día cambió todo:
nuevos "paisajes" y los mismos dolores.
Las manos tienen callos, pero no de espigas
y el corazón sin vino que sólo está y qué sólo.
Si el Rhin fuera el Guadiana no estaríamos aquí
borrachos de nostalgias y cerveza,
borrachos "de vino no bebido"
de ese "vino" caliente que hiere la cabeza.
Al vernos nos dijimos: "Chacho", ¿qué haces tú aquí?
Como si fuera una casualidad habernos encontrado.
Tú nos contaste cosas mientras con avaricia
un cigarro negro entre dos fumábamos.
Nos contaste tu vida, de piedra despedida,
de piedra golpeada, de piedra sola y dura
y entre la niebla tan sólo fue un momento
apareció de golpe el sol de Extremadura.
Allá estará el camino, allá estará el cortijo
del tío Pacorro, el alcalde del pueblo,
y un poco a la derecha seguirá la era de padre
y el río y el castillo que se verá a lo lejos.
Me hubiera gustado decirte que quizá todo cambie,
que algo pasa en el campo, en el aula y la mina,
pero no sé si mi voz fue muy convincente
y tu expresión siguió lo mismo de dormida.
Pero bueno, dejémonos de melancolías
y si no hay vino con cervezas brindamos
y porque lo pediste, sólo por eso,
una canción de Manolo Escobar tarareamos.

[Emigrante]
arriba

Tú y yo, muchacha, estamos hechos de nubes
pero ¿quién nos ata?
Dame la mano y vamos a sentarnos
bajo cualquier estatua
que es tiempo de vivir y de soñar y de creer
que tiene que llover
a cántaros.
Estamos amasados con libertad, muchacha,
pero ¿quién nos ata?
Tu en tu barro dispuesto, elegido tu sitio,
preparada tu marcha.
Hay que doler de la vida hasta creer
que tiene que llover
a cántaros.
Ellos seguirán dormidos
en sus cuentas corrientes de seguridad.
Planearán vender la muerte y la paz.
¿Le pongo diez metros, en cómodos plazos, de felicidad?
Pero tú y yo sabemos que hay señales que anuncian
que la siesta se acaba
y que una lluvia fuerte, sin bioencimas, claro,
limpiará nuestra casa.
Hay que doler de la vida, hasta creer,
que tiene que llover
a cántaros.

[A cántaros]

Movieplay 1975
 
Busca la gente de mañana
Hoy que te amo
Buscándonos
Ecos de sociedad
Planeo
Extremadura
Para huir de la muerte
Pepe Rodríguez, el de la barba en flor
Cantares de trilla
Emigrante
A cántaros